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ANN ARBOR, Michigan.— Los adolescentes y adultos jóvenes que sufren heridas graves en un ataque son casi dos veces más propensos que sus pares a retornar a la sala de emergencia con una lesión grave dentro de los próximos dos años, según un estudio del Centro de Lesiones de la Universidad de Michigan.
El estudio hizo un seguimiento de casi 600 adolescentes y adultos jóvenes durante dos años después de su concurrencia a una sala de emergencia debida a una lesión por un ataque u otra condición. Los individuos que habían sufrido ataques resultaron dos veces más propensos a sufrir otra lesión violenta, en su mayoría dentro de los seis meses. Los investigadores denominan ese patrón de reiteración de una lesión violenta una enfermedad recurrente, pero este estudio notable indica también oportunidades potencialmente efectivas para intervenir de maneras que interrumpan el ciclo.
Los primeros seis meses después que una persona joven busca asistencia por una lesión relacionada con la violencia son un período especialmente importante, señaló el estudio.
Los pacientes con trastorno por estrés post traumático o problemas por abuso de drogas tienen las mayores probabilidades de sufrir lesiones en otro incidente violento, según las conclusiones de la investigación.
Las conclusiones provienen de un esfuerzo único que involucró múltiples entrevistas y revisión de los registros médicos conducidos por más de dos años con casi 600 residentes del área de Flint, Michigan, entre las edades de 14 y 24 años, a partir de cuándo cada uno de ellos buscó asistencia de emergencia en un solo hospital. Casi 350 de estas personas recibieron tratamiento por lesiones en un ataque en ese primer encuentro.
Las conclusiones las publicó por internet en la revista JAMA Pediatrics un grupo de la Escuela de Medicina y la Escuela de Salud Pública de la Univesidad de Michigan, el Sistema de Cuidado de la Salud de la Administración de Veteranos en Ann Arbor y otros colegas.
Rebecca Cunningham, directora del Centro de Lesiones de la UM y autora primera del estudio señala que éste es el primero prospectivo de su tipo y el 85 por ciento de los jóvenes incluidos estaban en el estudio a los 24 meses. Cinco de los participantes murieron antes que concluyera el período del estudio, tres de ellos en hechos violentos, uno por sobredosis de droga y uno en un accidente automovilístico.
“En total casi el 37 por ciento de los que calificaron para este estudio porque recibían tratamiento por heridas relacionadas con un asalto, terminó retornando a la sala de emergencia por otra lesión violenta dentro de los dos años, la mayoría de ellos dentro de los seis meses”, dijo Cunningham, profesora en el Departamento de Medicina de Emergencia de la Escuela de Medicina de la UM, y del Departamento de Conducta de la Salud y Educación para la Salud en la Escuela de Salud Pública de la UM.
“La tasa de reincidencia en la sala de emergencia es casi diez puntos porcentuales más alta que la tasa en las que tradicionalmente llamamos enfermedades crónicas”, continuó. “Y aun así no tenemos un sistema de cuidado médico estándar para los jóvenes que llegan con lesiones sufridas en un incidente violento. Esperamos que estos datos ayuden a informar el desarrollo de nuevas opciones para estos pacientes”.
Los autores señalaron que las lesiones, no fatales, relacionadas con asaltos causan más de 700.000 consultas anuales en las salas de emergencia de jóvenes entre 10 y 24 años de edad. Las lesiones fatales por la violencia juvenil cuestan a la sociedad cada año más de 4.000 millones de dólares en gastos médicos y 32.000 millones de dólares en salarios y productividad perdidos.
A pesar de este alto costo la mayoría de la investigación acerca de cuán a menudo se repite el ciclo de lesiones violentas, y en cuáles jóvenes, se ha sustentado en el estudio retrospectivo de los registros médicos. Esto ha resultado en estimaciones muy variadas de la magnitud del problema.
Pero mediante el Estudio Flint de Lesiones Juveniles, en la UM, el equipo investigador fue capaz de analizar el asunto de manera prospectiva o a partir con una visita indicadora y siguiendo a los participantes en el tiempo.
El estudio se llevó a cabo en el Centro Médico Hurley de Flint, donde Cunningham tiene una asignación y donde los médicos de emergencia de la UM trabajan con el personal de Hurley para dar asistencia.
El diseño del estudio les permitió comparar dos grupos, las personas cuya visita inicial se debió a lesiones por un asalto y las personas atendidas por algún otro tipo de emergencia. Cada vez que se registró una nueva víctima de asalto el equipo investigador buscó incorporar al próximo paciente no asaltado del mismo género y en la misma gama de edad tratado en la misma sala de emergencias.
Casi el 59 por ciento de los participantes fueron varones y poco más del 58 por ciento fueron negros como reflejo de la población general de Flint. Casi tres de cada cuatro participantes en el estudio recibían alguna forma de asistencia pública.
Entre las personas cuya primera visita a la sala de emergencia se debió a un asalto, casi el 37 por ciento retornó a la sala de emergencia por lesiones causadas por violencia en los próximos dos años, comparado con el 22 por ciento de aquellos pacientes cuya primera visita no se debió a una herida por asalto. Una proporción más alta de los participantes en el “grupo asaltado” de hecho retornó más de una vez por lesiones de violencia, comparado con el otro grupo.
Referencia: JAMA Pediatrics, published online,doi:10.1001/jamapediatrics.2014.1900