El gobierno de Colombia y el grupo rebelde de izquierda FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, firmaron un acuerdo de paz modificado que, si es ratificado por el Congreso, pondría fin a más de 50 años de violencia en el país de América del Sur.
Arthur Lupia, profesor de ciencias políticas en el Centro de Estudios Políticos la Universidad de Michigan, conversó con Michigan News respecto al acuerdo y sus ramificaciones. Como asesor técnico a través del Banco Interamericano de Desarrollo, Lupia trabajado en Colombia con los líderes de ese país en la mejora de comunicaciones.
P: ¿Cuáles son los principales retos que el proceso de paz enfrentará una vez que el acuerdo es aprobado por el Congreso?
Lupia: Un reto es gestionar las expectativas. Un acuerdo de paz no significa un completo cese de la violencia. En Colombia, hay pequeñas facciones de las FARC que no están a favor del acuerdo y pueden continuar a usando la violencia en un intento de ganar influencia en las zonas periféricas. El ELN, otro grupo armado, tiene una decisión similar que hacer. Es probable que algunos grupos intentarán aprovecharse de los vacíos de poder temporales creados por el nuevo acuerdo de paz. Así que las expectativas serán importantes porque los actos de violencia es probable que ocurran. La gente va a preguntar, “¿Qué significa la paz, si todavía tenemos la violencia?” Para manejar las expectativas de manera de facilitar una paz más significativa y duradera, el gobierno podría tener que intensificar la actividad militar en contra de cualquiera de dichos grupos.
Q: ¿Qué más debería el gobierno de Colombia tener en cuenta?
Lupia: Colombia tiene algunos problemas fiscales que manejar. El presidente Juan Samuel Santos hizo un montón de construcción de infraestructura durante los primeros cinco años de su mandato. Este objetivo ha mejorado la calidad de vida de decenas de miles de personas y también le ha ayudado a ganar peso en las negociaciones de paz (con las FARC). Antes de la presidencia de Santos, muchas personas se unían a las FARC porque estaban desesperadas. Ahora, muchos de este sufrido pueblo tienen acceso mejorado a escuelas, carreteras y hospitales, por lo que hay menos razones para que apoyen a organizaciones como las FARC. Colombia amplió estos servicios públicos cuando los precios del petróleo eran altos. Ahora que los precios del petróleo han bajado, hay algunas presiones en los ingresos (del gobierno). Muchos colombianos están muy orgullosos de su historia de responsabilidad fiscal y en favor de los servicios públicos expandidos, por lo que es probable que tengan que hacer un movimiento en el lado de los ingresos.
P: El ex presidente Álvaro Uribe se opuso al acuerdo de paz. Va a apoyarlo si es aprobado por el Congreso?
Lupia: Es difícil saberlo. Veo varios factores en su posición sobre el nuevo acuerdo de paz. Él tiene fuertes principios y argumentó en contra del acuerdo inicial, ya que era incompatible con algunos de sus principios declarados. También hay cálculos políticos. Mi creencia es que a Álvaro Uribe le gustaría postularse de nuevo para presidente en el 2018. Si continuar luchando contra el acuerdo de paz le ayuda con visibilidad nacional y a motivar a sus seguidores, entonces tendrá un incentivo elevado para oponerse al acuerdo. Alternativamente, podría argumentar que es la razón de concesiones exitosas del segundo acuerdo y tratar de construir una campaña posterior a la paz.