Bajos niveles de vitamina D durante el primer año de vida se asocian inversamente con el síndrome metabólico en la adolescencia, según un nuevo estudio de la Universidad de Michigan publicado en el American Journal of Clinical Nutrition.
El síndrome metabólico es un conjunto de condiciones -tales como alto nivel de triglicéridos en la sangre, presión alta y grasa alrededor de la cintura- que incrementan el riesgo a desarrollar enfermedad cardíaca o diabetes tipo 2. Está muy ligado a la obesidad.
“No podemos decir a partir de un estudio observacional si existe una relación causal, pero al menos desde un punto de vista predictivo, el hecho de que una sola medida de vitamina D en la vida temprana prediga el riesgo cardiovascular durante un período tan largo es importante”, dijo el autor responsable Eduardo Villamor, profesor de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan.
Para su estudio, los investigadores utilizaron datos de una cohorte de bebés de 50 vecindarios de bajos y medianos ingresos en Santiago, Chile, quienes eran parte de una investigación sobre el estado del hierro y el desarrollo neurológico, y que fueron seguidos hasta la adolescencia para una evaluación del riesgo cardiovascular. De 1.798 bebés inscritos, los investigadores observaron a 306 niños que tuvieron una visita al año de edad y que fueron evaluados nuevamente a los 5, 10 o 16-17 años.
Los investigadores midieron la concentración sanguínea de vitamina D al año de edad y examinaron su asociación con el índice de masa corporal durante los seguimientos a las edades de 5, 10 y 16/17 años. También midieron el porcentaje de grasa corporal, el porcentaje de masa muscular y un puntaje indicador de riesgo metabólico y sus componentes (circunferencia de la cintura, presión arterial, lípidos en sangre y resistencia a la insulina) a los 16/17 años.
Descubrieron que cada unidad extra de vitamina D en la sangre del niño al año de edad estaba relacionada con un aumento más lento en el IMC entre las edades de 1 y 5 años, una puntuación de riesgo metabólico más baja a los 16/17 años, y menos grasa corporal y más masa muscular en la adolescencia.
Otro aspecto importante del estudio fue que se realizó en un momento en que los factores de riesgo cardiovascular precoz en niños chilenos estaban en aumento, debido en parte a la epidemia de obesidad en este país andino.
“El hecho de que pueda haber jóvenes de 16 años con presión arterial alta, un perfil de lípidos deficiente y resistencia a la insulina es muy aleccionador. Encontrar factores potencialmente modificables que puedan modular ese riesgo podría ser valioso”, dijo Villamor, quien agregó que se necesitan estudios adicionales para examinar los efectos de la suplementación con vitamina D en las primeras etapas de la vida sobre los desenlaces cardiometabólicos a largo plazo.
El estudio fue financiado por los Institutos Nacionales de Salud (subvenciones HL117860, HD033487 y HL088530); una beca Rackham de investigación para estudiantes de postgrado de la Universidad de Michigan; y el Fondo de Investigación ASISA de la Universidad de Michigan.
Además de Villamor, los autores incluyeron a Joshua Garfein, también del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la UM; Betsy Lozoff, profesora emérita de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan; Kerry S. Flannagan, del Instituto Nacional de Salud y Desarrollo Infantil Eunice Kennedy Shriver, Rockville, MD; Sheila Gahagan, de la Universidad de California, San Diego; y Raquel Burrows, del Instituto de Tecnología en Nutrición y Alimentos, Universidad de Chile, Santiago, Chile.
Resumen: “Vitamin D status in infancy and cardiometabolic health in adolescence”